París en 3 días: itinerario perfecto para enamorarte de la ciudad.

Día 2

Nos levantamos temprano, preparamos unos mates en el departamento para desayunar (sí, llevamos nuestro equipo de mate). En este día teníamos pensado conocer Versalles y eso hicimos. Previamente habíamos organizado nuestro recorrido a Versalles para hacer por nuestra cuenta. Nos dirigimos a la Gare Montparnasse previo tomar subte. Ya sabíamos el recorrido pues es la estación en la que arribamos. Desde allí fuimos a la Gare Versalles Chantiers, saliendo de allí hay una avenida grande que los llevará directo al Palacio de Versalles. Es muy fácil conectar, el viaje dura 40 minutos aproximadamente y con ayuda de google maps  (previa descarga del mapa on-line por si no tienen datos) les será muy fácil manejarse.

Consejo: recuerden siempre llevar cargados su celulares, es un compañero indispensable.

Una vez allí, ya más calmados de ansiedad, pasamos por un súper para comprar algunas provisiones como ser unos sándwiches y galletitas, ya que el palacio es grande, contando los jardines obviamente y comprar algo dentro es muy costoso.

Consejo: Aunque es un consejo básico para cualquier viajero que desee ahorrar, también es básico que nos olvidemos. Siempre llevar suficiente agua. Comprar agua en Europa puede salir lo mismo que un chopp o pinta de cerveza y es un ahorro clave sobre todo si viajamos varios días o meses, el evitar lo más posible este gasto. Además que el agua es indispensable y sobre todo en largas caminatas, aunque sea en una ciudad. Nosotros al ser dos, llevábamos dos botellas de 500 y a veces el termo de litro. Luego conseguimos una botella más grande y siempre que podíamos estábamos atentos para recargarlas. Créannos, es un consejo muy útil y los ayudará bastante.

Una vez con todo listo y con el bello día que nos acompañaba, nos dirigimos  hacia el Palacio de Versalles. Aquí cometimos un pequeño error y no tanto, podríamos decir que caímos en una trampa para turistas. Es que antes de llegar al palacio media cuadra antes, hay una suerte de venta anticipada de entradas y la verdad se divisaba mucha gente en los alrededores. Nos acercamos a averiguar y justo había una chica que hablaba algo de español, nos dijo que nos cobraban 2 euros más que si las comprábamos en el palacio pero evitaríamos la fila para hacerlo. Lo pensamos y decidimos hacerlo ya que a lo lejos se veía una larga fila. Resultó que esa fila era para pasar la seguridad que no hay forma de evitarla. Cuando llegamos decidí buscar un baño antes de entrar, este estaba justo donde venden las entradas y la verdad no había casi gente, además que hay máquinas electrónicas donde también se pueden adquirir. Tal vez en temporada alta sí hubiese sido útil el gasto extra pero en esta ocasión no nos benefició demasiado, fuimos en primavera, en mayo. De todos modos había mucha gente y buses llegando, quizá porque llegamos temprano, tengan eso en cuenta.

Pasado el pequeño gasto innecesario, hicimos la correspondiente fila que demoró al menos media hora, mientras aprovechamos para hacer fotos y contemplar la arquitectura exterior e imaginar todos esos acontecimientos históricos que se suscitaron allí. Realmente al ver la grandiosidad de este palacio y la ostentación e imaginar la gran diferencia con la vida que llevaba gran parte de la población, se puede entender un poco el porqué de la Revolución Francesa, que obviamente tuvo otros factores que la influyeron.

Ya una vez dentro comenzamos admirando los frescos y la arquitectura y el arte barroco que emana de ellos, dorados, rojos, ornamentos, bajo relieves, todo en abundancia, lo que caracterizaba los gustos de esa época. Llegamos a la famosa Sala de los espejos, que se intentó imitar en otros castillos o palacios como el Peterhof. A todo esto íbamos con el audio guía ya que nos pareció que en esta ocasión valdría la pena y así fue.

Consejo: de todos modos siempre recomendamos leer un poco de historia de los lugares que van a visitar, aunque sea de Wikipedia. Eso les abrirá un hermoso panorama de nuevas perspectivas a la hora de ver los lugares o las obras de arte, que pueden anclar con audio guías o con tours, aunque a nosotros nos gusta más ir por nuestra cuenta, valoramos lo tours que realizan los guías.

A nosotros nos gusta mucho la historia, el arte y los mitos, entonces siempre estamos atentos a todos los recovecos que podemos ir viendo o encontrando.

El Palacio de Versalles fue residencia real en el siglo pasado alrededor del 1600 y fue mandado a construir por el Rey Luis XIV. Llegaron a vivir en él hasta 20000 personas. Para darse una idea de cómo era esa época, pueden ver la película María Antonieta. Sus jardines son ordenados y racionalizados, su organización invita a la circulación. El conjunto del palacio y parque de Versalles, incluyendo el Gran Trianón y el Pequeño Trianón (dos pequeños palacios ubicados allí donde también residió Napoleón) son Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Una vez terminado el recorrido dentro del palacio, que depende cada quién puede durar una hora aproximadamente, llegamos a los jardines y fuentes que brindan un paisaje impresionante. A quién no le gustaría tener un patio así?  Aprovechamos para hacer unas lindas fotos, con el verde y el bello cielo que nos acompañaba. Cabe destacar el trabajo que seguramente realizan día a día el personal para realizar estos cuidados, porque pues no se mantienen solos los jardines, de hecho vimos mucha gente trabajando casi como  en aquellos años de esplendor  y la verdad es que es un verdadero arte por sí mismo. Aquí aprovechamos para descansar y disfrutar del bello mediodía que se nos presentaba a orilla de los lagos artificiales y de paso picar algo de lo que habíamos llevado al mejor estilo picnic, como seguramente en aquella época hacían muchos franceses. De hecho había mucha gente disfrutando de la misma manera y pues vamos, quien no ha soñado hacer un picnic en Versalles, disfrutando sus fuentes,  dicho sea de paso hay varios botes que puedes alquilar como para hacer un paseíto de disfrute.

Con nuestra entrada teníamos acceso al  Gran Trianón y el Pequeño Trianón Y los aposentos de María Antonieta así que luego de nuestro merecido descanso decidimos recórrelos. Realmente es un predio extenso, si no quieren cansarse mucho y no piensan gastar en un tour en vehículos (vimos que hacían algunos en coches de minigolf) les diría que no vale mucho la pena, en realidad como casi todo en Europa  todo vale la pena, son muchas cosas para ver y si sus gustos son amplios como los nuestros no les van a dar los ojos, ni las piernas. Pero bueno si no es su caso creo que con ver el palacio y los jardines principales más que suficiente y sobre todo si no disponen de mucho tiempo. En nuestro caso al pagar esta entrada extendimos un poco nuestro horario y lo disfrutamos, pero ténganlo en cuenta a la hora de decidir si comprar esta entrada o la simple.

Finalizamos el recorrido y emprendimos la vuelta, nos perdimos un poco en los jardines lo que  hizo que nos cueste y nos canse poder salir. Al fin logrado esto, no sin antes Leeloo perder su pañuelo francés como si de una poesía se tratase, nos dirigimos a la estación de trenes echando un último vistazo al Château. Eran alrededor de las 14hs y habíamos llegamos cerca de las 10hs, así que le dedicamos su tiempo.

Regresamos a Paris, mientras por las ventanas del tren volvíamos a ver a la Dama de Hierro, ya nuevamente en Montparnasse decidimos relajarnos un poco y recorrer los alrededores. Teníamos hambre así que decidimos ir a una Panadería donde compramos la clásica Baguete a 1 euro si no me equivoco y unos Croissants  1,20 euros c/u. Ya con nuestra merienda llegamos a una suerte de parque o jardines, que eran nada menos que los Jardines de Luxemburg. Aprovechamos para descansar y disfrutar del lindo solcito que había mientras degustábamos nuestros croissants y veíamos a los parisinos correr, dormir, estudiar, charlar y demás actividades recreativas, realmente unos afortunados ellos y nosotros.

Con las pilas recargadas y luego de disfrutar la arquitectura del palacio de Luxemburg, hoy sede del senado francés pero que fue construido para María de Médici entre 1615 y 1627, si te suena familiar el apellido es porque sí, era familiar de los famosos Médici italianos y se casó en ese momento con el Rey Luis IV de Francia, una de esas alianzas que se hacían por esas épocas para tener más poder. María había empezado a decorar la galería principal con obras del pintor Peter Paul Rubens, siguiendo así la tradición familiar de mecenazgo de las artes, muchas de éstas se encuentran hoy en el Louvre.

De aquí nos dirigimos hacia el rio Sena no sin antes pasar para ver el Partenón (desde afuera, no quisimos entrar) el día estaba muy lindo y decidimos disfrutar al aire libre. También muy cerca de allí está el barrio Latino que ese si lo recorrimos y es un buen lugar para cenar algo, aunque no fue nuestra elección. De allí bajamos hasta Notre Dame para apreciar su arquitectura Gótica y sus gárgolas, nos quedamos con las ganas de entrar y seguramente en una próxima lo haremos ( esto lo escribí antes de que se incendie el pasado mes de abril 2019, realmente no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, pero visitamos tantos lugares que es lógico que no lleguemos a ver todo, esto que paso también da cuentas de lo importante de aprovechar los momentos para conocer lugares ya que no sabemos cuánto tiempo tendremos acceso a ellos ) , ya iba cayendo la tarde y nuestro objetivo del día era subir a la Torre Eiffel. Muy cerca de allí de Notre Dame está la librerya Sheakspeare muy bonita, la plaza Saint Michel que había un hombre muy gracioso cantando, derecho ahí su puente homónimo  y un poco más adelante el Pons de las Artes que conecta con el Louvre, no dejen de visitarlo y hacer unas fotos, a nosotros se nos pasó (como verán se nos pasaron varias pero bueno, esa es nuestra excusa para volver). Creo que si no hubiéramos hecho Versalles todo este recorrido lo hubiésemos hecho más completo, quizás con un día más hubiésemos quedado más que satisfechos, pero bueno tengan en cuenta que a Francia le dedicamos aproximadamente diez días para recorrer algunas de sus ciudades y atracciones, teniendo en cuenta eso, creo que nos salió redondo el recorrido. Volviendo Paris tiene muchos puentes a lo largo del Sena, así que aprovechen los que puedan, disfrútenlos, cada uno tiene su magia. Por nuestra parte continuamos caminando a orillas del Sena, viendo caer la tarde, los barcos naufragar, sus casas flotantes y ese ambiente bohemio por los que Cortázar supo caminar y que describió en sus escritos. Desde sus orillas también pudimos admirar la cúpula de vidrio del Grand Palais. Cruzamos por el pont de la Concorde en dirección a la Plaza de la Concordia y poder admirar el obelisco egipcio, obelisco de Luxor, emplazado allí, las fuentes de los mares y una Loria que ya divisábamos a lo lejos al mejor estilo Londres. Cabe aclarar que aquí se realizaban las decapitaciones en la época de la revolución. Aquí fue donde Luis XVI y María Antonieta fueron ejecutados. Se estima que unas 1.119 personas fueron decapitadas públicamente en la plaza durante la Revolución Francesa, con lo cual se transforma en un sangriento escenario.

De este lado también están el Louvre como dijimos y los Jardines de las Tuileries, que visitamos al día siguiente. Seguimos por la orilla paralela para volver a cruzar en el Puente Alejandro III en dirección a la Torre Eiffel, quizá hubiese sido mejor seguir por esta orilla o volver a cruzar más adelante, para ver la torre desde Trocadero que la vista es más impactante, aunque también más común podríamos decir. En fin, en todo este tramo desde Notre Dame hacia la Torre Eiffel hay miles de cosas para ver y visitar en ambos lados, que podría tomarles un día entero para poder disfrutarlo tranquilo, sin contar entrar al Louvre que nosotros le dedicamos un día aparte. Hoy con la experiencia de haber ido, seguramente lo organizaría diferente. Pero en general este recorrido y la estructura de los días, se adaptó a nuestro viaje.

Y al fin sí, esta vez fuimos hasta le Tour Eiffel y entramos obviamente para subir a ella. La tarde iba cayendo así que lo hicimos en ascensor directamente hasta la cima a un costo de 20 euros cada uno, lo bueno es que podes luego bajar al segundo piso donde está el bar que es lo que hicimos. Pero bueno estábamos  allí y subimos, por supuesto que las vistas son más que espectaculares, subir con la noche llegando y con Paris iluminada es una verdadera locura, flipa mucho dirían en España. Y es como cuando se enciende un árbol de navidad aunque estemos en mayo o no sé, pero la verdad es que uno queda realmente enamorado. El diseño de la ciudad, sus parques, el río Sena, su luz, todo parece una obra de arte única. Por supuesto que en la cima había mucha gente y el espacio no es mucho, además corría mucho viento así que las fotos  se complican un poco, pero realmente lo mejor es el recuerdo en las retinas. Quizá es una idealización pero realmente fue una hermosa experiencia subir allí, tanta veces soñada que verla concretarse es hermoso.

Luego de tan linda experiencia decidimos volver, además ya teníamos hambre. No sin antes darle un último vistazo a la Torre Eiffel y por supuesto en ese horario ya casi todo estaba cerrado. Caminamos hasta los campos elíseos nuevamente y allí comimos unas hamburguesas en un MC que todavía estaba abierto para nuestra suerte, nuevamente subte y a dormir.

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